miércoles, 18 de enero de 2012

El asesinato del profesor de matemáticas


A menos que la noche anterior al examen
de matemáticas hagan un esfuerzo
titánico para que les entre todo en la mollera,
Adela, Luc y Nico, tres compañeros
de colegio, sienten la amenaza de
suspender y pasar todo el verano estudiándolas.

Días después del examen, el profesor
de matemáticas, Felipe Romero, les anuncia
que no lo han superado. Pero como
resulta ser la única asignatura que han
suspendido, les da una nueva oportunidad
con la siguiente condición: no debe
enterarse el resto de la clase ni el claustro
de profesores. Si sus compañeros llegaran
a saberlo, su puesto de trabajo peligraría,
ya que no están de acuerdo con su manera
de ejercer la profesión ni con el trato
cordial que da a los alumnos.

Una tarde, Adela, Luc y Nico, no muy
seguros de que aprueben en una segunda
oportunidad, se dejan convencer por las
animosas palabras de su querido profesor.
Este les comenta que las matemáticas son
fáciles, que lo único que deben hacer es
leer bien el enunciado y poner atención a
los datos que les indican. Les explica que
las matemáticas son como un juego y que
no deben acobardarse en los exámenes. Y
les demuestra, a través de unos trucos y
adivinanzas, que son capaces de llegar a la
solución de los problemas.

Finalmente, les propone un juego
como examen: resolver una serie de acertijos
matemáticos, a modo de gymkhana.
Si lo consiguen, habrán aprobado las
matemáticas en junio.
El viernes por la tarde, a finales de
curso, Felipe Romero aparece en el descampado
donde se encuentran los niños
reflexionando sobre su futuro. El profesor
parece herido y muere ante la asustada
mirada de los niños. Antes de fallecer,
les comenta que el sobre que hay en su
bolsillo les indicará cómo buscar a su
asesino. No deben fallarle.

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